Cathédrale de Notre-Dame de Paris (1163-1345) |
El Nacimiento del Gótico
El estilo gótico es la denominación atribuida al arquitecto y pintor toscano Giorgio Vasari (1511-1564).
Vasari lo habría llamado así, despectivamente, por considerarlo de estilo bárbaro, "propio de los godos" El Gótico supuso una verdadera revolución en arquitectura.
Tres son sus aportaciones constructivas fundamentales:
el arco apuntado u ojival, la bóveda de crucería y el arbotante.
Con estos elementos, los arquitectos góticos -mediante el empleo de las matemáticas y la técnica- fueron capaces de construir templos, cuyos rasgos principales son su altura y verticalidad.
Fue en la catedral de la ciudad de Sens, al sureste de París, y en el coro del monasterio de Saint Denis donde entre 1130 y 1144 se aplicaron los primeros ensayos de esta nueva arquitectura.
Poco después se comenzaron a construir en ese nuevo estilo las catedrales de Noyon y Laon, y la que iba a ser una de las grandes creaciones de la arquitectura gótica, la catedral de Notre-Dame de París.
Desde allí, la técnica de construcción según el nuevo sistema se extendió por toda Europa: en Inglaterra, la primera catedral gótica fue la de Canterbury (1175), poco después empezaron a construirse catedrales en Alemania e Italia.
A la península ibérica, el Gótico llegó a principios del siglo XIII, siguiendo la ruta cultural y económica del Camino de Santiago, y aunque hubo proyectos y obras anteriores, no se colocó la primera piedra de la catedral de Burgos hasta 1221.
El nuevo estilo se distinguía por el empleo del arco de doble centro u ojival, y la utilización de arbotantes y de bóvedas de crucería.
Gracias a estos nuevos elementos constructivos, los arquitectos góticos fueron capaces de aligerar los muros hasta llegar casi a suprimirlos por completo, en el sentido de que dejaban de actuar como soporte de las bóvedas, que ahora se apoyaban en los pilares y en los contrafuertes a través de los arbotantes.
Este hecho hizo posible que las bóvedas de las catedrales pudieran elevarse hasta alcanzar alturas insospechadas.
Así, la arquitectura gótica se convirtió en el símbolo de la ciudad floreciente de los siglos XII y XIII, y obispos y concejos ciudadanos comenzaron una carrera desenfrenada para conseguir construir la más larga, alta y bella catedral de la cristiandad.
En Notre-Dame de París, las bóvedas se elevaron hasta los 37 metros, hasta 38 en Chartres, a 42 en Amiens y hasta 48 en Beauvais, y todas ellas superaban los 130 metros de longitud y más de 30 metros de anchura.
Entre los siglos XII y XIII, el esfuerzo arquitectónico realizado fue extraordinario:
sólo en Francia se erigieron ochenta catedrales y quinientos monasterios y abadías en estilo gótico en apenas un siglo, y varios centenares más en el resto de Europa.
Un Mensaje de Luz
En relación a los vitrales hay que destacar, además de la catedral de Notre-Dame de París, la catedral de Chartres y la Sainte-Chapelle.
La construcción de la catedral de Chartres se inició en 1194 y se concluyó en 1220.
Es considerada la catedral gótica de medidas más armónicas:
mide 139 metros de longitud, por 49,50 de anchura en el crucero, y su altura máxima se eleva hasta los 38 metros.
Toda la catedral está abierta a la luz, que penetra en el interior en multitud de tonalidades a través de sus vitrales: posee 175 ventanales, incluyendo los tres grandes rosetones -enormes ventanales circulares- sobre las portadas.
El color azul intenso de sus vitrales es de una gran belleza.
Platón (427 a. C.-347 a. C.) fue el filósofo que más influyó en la escuela de Chartres en el siglo XII: contrapuso en sus obras la luz a la sombra.
La obsesión de los intelectuales de la época fue la búsqueda de la luz, su comprensión y su triunfo.
En la arquitectura, la captación de la luminosidad exterior se logró gracias a las soluciones técnicas que se introdujeron en el arte gótico.
Por primera vez, el hombre fue capaz de capturar la luz natural y transformarla.
Así, los rayos del sol que inciden en las vidrieras de colores se convierten en una creación humana.
Las catedrales góticas son monumentos a la luz, construidas en un tiempo en el que los intelectuales perseguían la razón y la inteligencia, la luz del conocimiento en contraposición a las tenebrosas sombras de la ignorancia.
Los maestros de obras sólo transmitían su saber a sus hijos o a unos pocos elegidos.
Estos arquitectos del Medievo, mayoritariamente laicos, eran personajes que gozaban de gran consideración y obtenían elevados ingresos.
A fin de mantenerse en su posición privilegiada, guardaban sus conocimientos casi en secreto.
La sólida reputación de algunos de ellos hacía que las catedrales de diferentes ciudades se disputaran sus servicios.
El fenómeno de la construcción de las catedrales góticas, que llegó a su apogeo en la Edad Media, no se interrumpiría ni moriría al concluir este período.
En el transcurso de los siglos evolucionaría y adoptaría diferentes estilos, permaneciendo en la historia del arte como un símbolo de lo eterno.
En relación a la luz, hay que destacar también las bellísimas vidrieras de la Sainte-Chapelle, en París.
En el Gótico, con el espacio libre en los muros, adquieren importancia los ventanales, ahora de arco apuntado, frente al arco de medio punto del Románico.
Las vidrieras con que se cubrían, de colores brillantes e intensos, difundían en el interior maravillosos efectos y creaban una atmósfera irreal.
La luz del interior de las naves es de una belleza impresionante.
Siete u ocho siglos después, las catedrales góticas siguen asombrando a quienes las contemplan.
Los Escultores de las Catedrales
Fueron los que introdujeron en las artes plásticas las nuevas técnicas artísticas, y también la concepción de la realidad y la invención autónoma: la necesidad de hacer algo nuevo fue un acicate para una mayor libertad artística.
Europa occidental había entrado en una fase de transformaciones e innovaciones.
Lo que hoy en día calificamos como los inicios de la transición al Renacimiento, en ocasiones fue considerado también así por la sociedad de aquella época; pero algunos vieron en este período una grave crisis y un peligro: temor a la destrucción de lo antiguo y, tal vez, a las postrimerías de la Iglesia y del Estado.
Se aprovechaba de la fascinación de los sentidos que producía la escultura policromada, tridimensional, que simulaba la presencia de lo representado.
Ello podría suponer un peligro para la moral de la sociedad de la época, para la Iglesia y para el Estado.
Sin embargo, para los escultores esto significaba el derecho, e incluso la necesidad de representar a las personas y las cosas del modo más fiel, con la mayor expresividad posible.
Se sublimó la expresión.
Los artistas aspiraban a una mayor libertad de la forma, incluso a un refinamiento formal.
Se rechazaba la uniformidad de las obras.
Entretanto, el arte nuevo se iba extendiendo a otros países europeos, sobre todo en Italia.
Escultores como Niccolo Pisano (1220-1278), su hijo Giovanni (1245-1314) y su discípulo Arnolfo di Cambio (1254-1302) dotaron de nueva expresividad a la escultura gótica:
la representación de los cuerpos se convirtió en un objetivo del arte.
¿Presuntos Mensajes Esotéricos?
En la construcción de las catedrales góticas algunos han creído ver una profunda carga esotérica.
Templarios, masones, sectas secretas...han sido utilizados para buscar una explicación a algunos elementos que en ellas aparecen.
Los llamados laberintos son los que han provocado mayor especulación:
se trata de una serie de trazos geométricos muy intrincados que se encuentran en el centro del suelo de la nave de algunas catedrales francesas y que se han interpretado como mensajes cifrados, señales esotéricas o claves secretas para descifrar misterios ocultos: ¿Representaban textos alquímicos y mostraban mensajes ocultos a los alquimistas? -se preguntan-.
Sin embargo, otros suponen que los presuntos laberintos no serían tales, pues muchos de ellos trazan una ruta que, tras un complicado recorrido, acaba en el centro.
Probablemente -dicen- representen el camino hacia el conocimiento, hacia la luz y hacia la verdad.
Renacimiento del Arte
El desarrollo de la sociedad cortesana y la aparición de las culturas burguesas en las ciudades fomentan el florecimiento del Gótico, conduciendo a un nuevo refinamiento, a una naciente elegancia en el arte.
El amor por los detalles, los movimientos sinuosos de la líneas, un colorido brillante y una técnica refinada son las características típicas del nuevo estilo que conquistaría rápidamente toda Europa.
Esta época llega a su apogeo en las pinturas murales y en las tablas de Florencia y Siena, en las obras maestras de Giotto di Bondone (1266-1337), Duccio di Buoninsegna (1255-1318), los hermanos Pietro Lorenzetti (1280-1348) y Ambrogio Lorenzetti (1290-1348), Simone Martini (1280-1344), o Fra Angelico (1395-1455).
En Francia y en los Países Bajos, cabe destacar las espléndidas miniaturas de los hermanos Limbourg -Paul, Jean y Herman- (entre 1385 y 1416) y otros iluminadores, la pintura de tabla de Bohemia en la corte de Praga o el estilo tierno de los maestros del norte de Alemania, que culmina en la gracia de Stefan Lochner (1422-1451).
La Gran Peste (1347-1350)
Todas estas evoluciones fueron interrumpidas por un acontecimiento de dimensiones europeas:
la Peste Negra, que entre los años 1347 y 1350 arrebató la vida de un tercio de la población.
Este hecho supuso una profunda fisura que dejó huellas profundas en el arte.
Asimismo, produjo grandes mutaciones sociales, que se expresaron en último término en cambios de las situaciones de poder.
El repentino descenso de la población, que no pudo compensarse debido a las epidemias periódicas (habría que esperar al siglo XVIII para que las ciudades volvieran a alcanzar la población que habían tenido antes de 1347), tuvo también consecuencias.
Algunas poblaciones no conseguirían reponerse económicamente nunca más, sucumbiendo a la concentración de poder político, como fue el caso en Siena y Pisa, donde perecieron más de un tercio de sus habitantes.
Uno de los efectos más desastrosos en toda Europa fue la crisis agraria, resultado del descenso de la población.
Como la economía de la vieja Europa era al 90% una economía agraria, la crisis de este sector se convirtió en un factor decisivo para el debilitamiento económico de todos los grupos que vivían de la tierra y de sus productos: la nobleza, los monasterios, los grandes terratenientes y, en general, el clero.
La Pintura Gótica
En la pintura gótica se produjo la misma evolución que en la escultura, esto es, partiendo de los antecedentes románicos se llegó al realismo que caracterizó el siglo XV.
Durante este proceso las figuras fueron ganando en espontaneidad y relieve, se empezó a representar el paisaje, y el pintor se interesó por el ambiente que rodeaba a las figuras.
Con el tiempo se aprendió a diferenciar los distintos planos, estudiando la perspectiva.
La técnica empleada fue el uso del temple, sustituido en el siglo XV por el uso del óleo.
Dentro de la pintura gótica se suelen distinguir cuatro estilos diferentes:
a) estilo franco-gótico: estilo primitivo francés que imita la pintura de vidrieras, a base de un dibujo lineal muy marcado, de ahí que se le conozca también como estilo gótico lineal.
Una de las obras maestras de la pintura gótica francesa tardía es el "Díptico de Ricardo II" (siglo XIV);
b) estilo italo-gótico: estilo de mayor importancia, con centro en Florencia y Siena, donde destacan Giotto di Bondone (1266-1337) y Simone Martini (1283-1344), figuras máximas de la pintura gótica en Europa;
c) estilo internacional: formado en torno a una serie de ciudades del centro de Europa, con la participación de artistas procedentes de distintos países, y que se difundió por el resto del continente;
d) estilo flamenco: marcó el punto final de la pintura gótica, presentando novedades muy importantes, como la técnica al óleo, el estudio de la perspectiva, el realismo en sus figuras, etc.
Los artistas más destacados fueron Jan van Eyck (1390-1441) y Rogier van der Weyden (1400-1464).