"Antes de continuar, tenemos que recordar algún detalle de la personalidad y el talento de Leonardo.
Los numerosos dones de que le dotó la naturaleza se concentraban sobre todo en la vista; de ahí que, aunque fuera capaz de todo, sea decididamente excepcional como pintor.
No se fió del impulso interior de su talento innato e inestimable, el trazo arbitrario y casual no tenía ningún valor, todo debía estar pensado y repensado.
Desde la proporción pura y estudiada hasta los monstruos más extraños formados por acumulación de figuras contradictorias:
todo tenía que ser, al mismo tiempo, natural y racional." (1787)
Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)
Leonardo da Vinci "Santa Ana con la Virgen, el Niño y san Juan" detalle |
En este género se reflejan los cambios obrados en la concepción del mundo por las ciencias naturales y los grandes descubrimientos, por las tensiones religiosas y por las agitaciones políticas y sociales.
Lo real y lo ideal, lo profano y lo sacro, el éxtasis contemplativo y el frío escepticismo conviven juntos.
Leonardo da Vinci da el paso decisivo al abolir el equilibrio en que se mantenían el color y la línea en favor de una modulación cromática de los contornos, sustituyendo cada vez más el contorno, la línea divisoria, es decir el dibujo, por la modulación cromática.
Las transiciones entre figuras y objetos se difuminan, el espacio ya no experimenta principalmente mediante la aplicación de la perspectiva matemática, sino por el aclaramiento del color y la progresiva disolución de los contornos.
El otro componente de la personalidad artística de Leonardo era la búsqueda de la forma ideal.
A lo largo del siglo XV, la arquitectura había ido perfeccionando la construcción centrada:
el cuerpo y el espacio sin una dirección determinada, desarrollándose por igual hacia todos los lados, en torno a un centro de reposo.
En la pintura, la misma idea determina también el pensamiento de los artistas manifestándose en formatos centrados en sí como el cuadrado y el círculo.
Vitrubio (80?-20? a. C.), arquitecto e ingeniero durante la época imperial romana, había descrito las medidas del cuerpo humano ideal, y afirmaba que un hombre, abierto de brazos y piernas, debía poder insertarse en las formas geométricas perfectas del cuadrado y el círculo.
Se conoce a estas figuras como "homo ad circulum y homo ad quadratum", o bien como "Hombre de Vitrubio".
El Renacimiento rescató de la Antigua Grecia las teorías geométricas aplicadas a la arquitectura y a la pintura. Los artistas lo enfocaron, sobre todo, en el hombre.
Un ejemplo lo hallamos en las figuras de Leonardo da Vinci y de su amigo, el matemático Luca Pacioli (1445?-1514), autor de "La divina proporción".
En esta obra, Pacioli propone un hombre perfecto, en el que las relaciones entre las partes de su cuerpo sean proporciones áureas.
El estudio de las proporciones, por supuesto, no había sido una invención de Leonardo da Vinci.
Con todo, los antiguos intentos de artistas y teóricos no alcanzan ni mucho menos el detallismo ni el nivel de los correspondientes esfuerzos de Leonardo.
A esto debe añadirse que la perfección del artista florentino llevó su antropometría mucho más allá de las exigencias de la práctica pictórica.
"En la distribución de la luz se comprueba que Leonardo siempre estuvo pendiente de no reproducirla en toda su claridad, como reservándola para un lugar más apropiado y de pintar con mucha intensidad las partes oscuras para volver a encontrar sus extremos.
De ahí que a través de su admirable reproducción de los rostros y de los cuerpos lograse con su arte todo cuanto puede ofrecer la naturaleza.
En este aspecto era superior a todos, de modo que, resumiendo, podemos decir que la luz de Leonardo es divina." (1590)
Gian Paolo Lomazzo (1538-1600)
"Rompió de pronto con la pintura tradicional del siglo XV; sin fallos, sin debilidades, sin exageraciones y, como si todo se hubiese realizado de un solo salto, llegó a un naturalismo racional e ilustrado, tan alejado de la imitación esclava como de un ideal vacío y engañoso." (1860)
Eugène Delacroix (1798-1863)
"Es posible que en todo el mundo no haya otro ejemplo de un espíritu tan universal, tan inventivo, tan incapaz al mismo tiempo de darse por satisfecho, con tanta nostalgia de lo infinito, tan naturalmente refinado, tan avanzado respecto de su siglo y los posteriores.
Sus figuras expresan una sensibilidad inabarcable y parecen dotadas de una espiritualidad increíble; desbordan ideas y sentimientos no expresados." (1866)
Hippolyte Taine (1828-1893)
"Sólo Leonardo conoce el espacio único, amplio y eterno, en el que por así decirlo, están suspendidas sus figuras.
En el marco del cuadro, uno presenta una suma de cosas sueltas y próximas, el otro, un detalle del infinito." (1917)
Oswald Spengler (1880-1936)
"En el espíritu de Leonardo el arte se daba la mano con el ingenio científico-técnico." (1936)
Thomas Mann (1893-1955
En relación a la perfección del dibujo, la obra gráfica de Leonardo da Vinci es enormemente variada en cuanto a técnica, forma y contenido.
Sus estudios van desde los bocetos dibujados con punta metálica fina sobre papel preparado, generalmente de la primera época, hasta los impulsivos apuntes a lápiz de la madurez; desde simples bosquejos a pluma y pincel de figuras dinámicas, hasta dibujos a pluma, extremadamente rigurosos, de tema científico y técnico.
La costumbre de Leonardo de utilizar la escritura especular, es decir, de escribir de derecha a izquierda, hizo que durante siglos su legado pareciera especialmente rodeado de misterio.
Esta peculiaridad hizo suponer que Leonardo había encubierto intencionadamente sus escritos para evitar el acceso no autorizado a sus conocimientos y a sus ingenios.
Actualmente, esta suposición aumenta la fascinación por su obra, pero parece ser que los motivos que le indujeron a elegir la escritura invertida eran sobre todo de naturaleza práctica:
un zurdo que con pluma escriba como es usual, se arriesga a hacer borrones de tinta con la mano.
Leonardo no hizo un secreto de la singularidad de su forma de escribir, pues las fuentes documentales más antiguas mencionan que sus escritos se pueden leer muy bien en el espejo.
Leonardo da Vinci, "Estudio de la cabeza de dos soldados" (1503/4) |
A partir de finales de 1480, Leonardo parece lanzarse con desmedido entusiasmo al estudio de las más variadas disciplinas.
Dedicó mucho tiempo y esfuerzo al estudio de la proporción, la anatomía y la fisiología del cuerpo humano.
Estos estudios, valorados por los contemporáneos de Leonardo como una extravagancia artísticamente estéril, de un espíritu inquieto, son citados a partir del siglo XIX como precursores de una ciencia moderna, empírica y basada en la observación minuciosa de fenómenos naturales.
Es innegable que en su estudio del cuerpo humano, pero sobre todo en la aplicación directa y visual de sus observaciones y conocimientos, Leonardo se había adelantado en varias generaciones a sus coetáneos.
"Esperaba ver poco más que los dibujos anatómicos habituales que podrían servir a un pintor para la práctica de su profesión, pero comprobé asombrado que Leonardo atesoraba un saber amplio y profundo.
Pensando en los esfuerzos que dedicó a cada parte del cuerpo, en la superioridad de su genio universal, en sus extraordinarios conocimientos de mecánica y de hidráulica y en el esmero con que estudiaba todo lo que dibujaba, me convenzo plenamente de que Leonardo era en su tiempo el mejor anatomista del mundo." (1784)
William Hunter (1718-1783)