Sören Aabye Kierkegaard
(Dinamarca, Copenhague, 5 may. 1813-11 nov. 1855)
Figura compleja y a menudo angustiada, la primera parte de su vida estuvo marcada por el bienestar externo y la tribulación interna.
Tuvo una relación conflictiva con su melancólico y piadoso padre; además, su madre y cinco de sus seis hermanas murieron antes de que él cumpliera los veintiún años.
Educado en un clima rígido, en un ambiente de severa y estricta religiosidad luterana, llevó una vida atormentada por su personalísima postura frente al problema religioso.
Al parecer, Kierkegaard tuvo un carácter taciturno y oprimido por la melancolía.
En 1830 empezó sus estudios de Teología en la universidad de Copenhague, terminándolos en 1841.
Ese mismo año se trasladó a Berlín para estudiar Filosofía con Friedrich Schelling (1775-1854).
Decepcionado de Schelling, Kierkegaard regresó a Copenhague, donde vivió de una pequeña herencia que había recibido de su padre, dedicándose exclusivamente a escribir sus obras.
Su concepto de existencia fue una reacción al idealismo alemán de Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831):
según Kierkegaard, la existencia es lo subjetivo, la elección voluntaria de sí mismo que trata de ocultársenos en su ser angustioso de la nada.
Emil Baerentzen (1799-1868) "Regine Olsen" (1840) Regina Olsen fue el amor de su vida y musa de sus escritos |
El temperamento melancólico de Kierkegaard pudo haber sido una de las razones para haber roto el compromiso de matrimonio con Regina Olsen, en el sentido de querer
evitarle a su amada una vida melancólica y atormentada.
En 1843 publicó, bajo diferentes seudónimos, las que se convertirían en sus obras más famosas:
"O lo uno o lo otro" y "Temor y temblor".
En 1846, Kierkegaard admitió, en un breve apéndice a sus "Notas concluyentes no científicas", su autoría de estas obras.
Kierkegaard abandonó sus planes de hacerse pastor luterano y fundó una revista que fue muy crítica con la Iglesia estatal danesa.
Murió después de sufrir un ataque en plena calle cuando solamente tenía cuarenta y dos años.
Su filosofía ejerció una influencia considerable en autores del siglo XIX y principios del XX, entre los que destacan:
Miguel de Unamuno (1864-1936)
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Karl T. Jaspers (1883-1969)
Karl Barth (1886-1968)
Martin Heidegger (1889-1976)
Jean-Paul Sartre (1905-1980)
Albert Camus (1913-1960)
1843 "O lo Uno o lo Otro. Un fragmento de la vida"
1843 "Temor y Temblor"
1843 "La repetición"
1844 "Migajas filosóficas"
1844 "El concepto de la angustia"
1845 "In vino veritas"
1845 "Menudencias filosóficas"
1845 "El momento"
1846 "Notas Concluyentes no Científicas"
1847 "Estadios en el camino de la vida"
1847 "Diarios"
1849 "La Enfermedad Mental"
Pensamiento de Kierkegaard
Se caracteriza por su oposición a la filosofía de Hegel: esta antítesis se basa en la afirmación exasperada de la interioridad del ser humano y en la reivindicación de su singularidad irrepetible.
El individuo singular, el sujeto concretamente existente, fue absorbido y disuelto por Hegel en una abstracción: la Idea, la Razón del mundo y el Espíritu absoluto.
La consecuencia de ello es el carácter objetivo e impersonal de la filosofía hegeliana, que no tiene en cuenta al individuo, sino la esencia de la humanidad; no lo particular, sino la razón universal.
Para Kierkegaard, por el contrario, la filosofía es esencialmente reflexión subjetiva o empeño personal en el que cada uno pone en juego su existencia y su destino.
En la historia del universal, los opuestos pueden reconciliarse dialécticamente, porque su oposición es una apariencia, una simple antítesis de conceptos:
pero en la existencia las oposiciones son inconciliables y contradictorias.
Donde la razón abstracta ve una síntesis siempre triunfante sobre todos los contrastes de la vida, la existencia personal y concreta experimenta la alternativa absoluta y radical de lo uno o lo otro.
Por consiguiente, la realidad no es un proceso racional único, ya definido, sino un complejo de infinitas posibilidades del contratiempo y de la nada.
Oponente de los sistemas filosóficos y teológicos dogmáticos, el filósofo Sören Kierkegaard consideró la experiencia religiosa como una apasionada confrontación personal con el problema de la existencia humana y las exigencias de la fe.
En su obra intentó demostrar que la verdad es subjetiva, lo que se apropia y vive como tal, el ser singular, el existente.
Concepto de Angustia
La existencia humana es posibilidad y significa la posible nulidad de lo posible, la amenaza de la nada. El sentimiento o experiencia de la posibilidad es la angustia.
Según Kierkegaard, el sentido de la vida no está garantizado a priori por una ley universal, sino que es una posibilidad cuya realización o fracaso queda enteramente asignado a la responsabilidad del individuo.
Pero si la categoría fundamental del existente es la posibilidad, su situación característica es la inestabilidad, la indecisión entre las alternativas posibles.
El sentimiento que se encuentra en el fondo de toda persona y que refleja esa insuperable indecisión es la angustia.
Para Kierkegaard existir significa "ec-sistere", esto es, salir de aquel limbo en el que todavía se está suspendido entre el ser y el no-ser.
Sin embargo, incluso frente a las infinitas posibilidades contradictorias que ante él se abren, el individuo experimenta la angustia, es decir:
el vértigo de una elección de la que dependerá todo su destino.
Existencia Humana: tres Estadios
A esta experiencia de la angustia se amoldan, según Kierkegaard, los tres estadios o formas de vida fundamentales de la existencia humana: estético, ético y religioso, los cuales se excluyen recíprocamente y entre los que se debe elegir.
1. Estadio estético:
Es aquel en el que el ser humano goza del instante presente; el esteta posee un sentido finísimo respecto a todo aquello que en la vida es interesante y huye de la mezquindad y trivialidad de la existencia, concentrándose en el goce de lo que es original y bello.
El esteta no escoge, sino que pasa de una experiencia a otra confiando enteramente en el propio gusto y en la propia sensibilidad.
Pero precisamente porque no escoge, pierde personalidad y acaba en el aburrimiento.
2. Estadio ético:
Comienza con la ironía que eleva al individuo más allá del mundo en el que está inmerso el esteta. El estadio ético es el del individuo inserto y y sumido en la sociedad civil:
el trabajo, el conjunto de las relaciones sociales, los deberes familiares y profesionales, constituyen aquí el contenido de la existencia individual, porque el individuo que vive en tal estado ha aceptado darse una fisonomía particular, determinarse según una actividad precisa y obrar como miembro del género humano.
Pero lo ético es también la esfera de lo convencional, de la legalidad puramente exterior que comprime al individuo, apagando en él la más íntima y profunda espontaneidad.
La esfera ética es, finalmente, la esfera de la vida civil burguesa, donde el sujeto está dominado por valores exteriores, sobre los cuales se modela pasivamente.
Más allá de tal estadio, definido más tarde por el existencialismo como el de la existencia "inauténtica" e "impersonal", Kierkegaard sitúa la esfera religiosa.
3. Estadio religioso:
El único, según Kierkegaard, donde se expresa el verdadero sentido de la vida humana, mostrando la naturaleza de la experiencia religiosa.
El ser humano descubre su propia finitud: la desesperación constituye la naturaleza finita del yo.
La imposible tentativa de querer ser autosuficiente sin dejar de ser uno mismo y, en consecuencia, finito y temporal, conduce a la desesperación, la enfermedad mortal: vivir la muerte.
La desesperación se define como:
"Pérdida total de la esperanza. Alteración extrema del ánimo causada por cólera, despecho o enojo"
Para Kierkegaard, la desesperación es el pecado.
Y lo opuesto no es la virtud, sino la fe, la esperanza y la confianza en Dios.
No obstante, la fe es una relación privada, personal, entre el ser humano y Dios, y es en el cristianismo donde se revela la substancia de la existencia humana:
la paradoja, la contradicción, el escándalo y la necesidad e imposibilidad de decidirse.
Incertidumbre Objetiva
La filosofía de Kierkegaard ha sido fundamental para entender qué significa tener un punto de vista religioso, así como en qué sentido el discurso religioso difiere del científico.
Su gran interés por las emociones y las pasiones, como la ansiedad y la culpa, pone de relieve lo que para muchos pensadores es una parte vital del impulso religioso:
esa sensación de que existe un abismo entre las limitaciones que experimenta uno mismo y algún poder que está más allá de los humanos e impulsa a trascender dichas limitaciones.
Aunque en muchos sentidos Kierkegaard ejerció una intensa influencia en la subsiguiente filosofía de la religión, no simpatizaba con la filosofía como disciplina intelectual abstracta.
Según él, la Iglesia de Dinamarca aún siendo luterana estaba dañada, ya que era una Iglesia mundanizada, y el cristianismo no puede transformarse en una regla de vida burguesa, hecha de prudencia mundana e hipocresía.
Su famoso lema "Verdad es subjetividad" implica que:
en cuestiones de moralidad y religión, resulta completamente inapropiado confiar en las herramientas objetivas de la erudición académica o del método científico:
_el análisis formal de doctrinas; y
_la evaluación de pruebas.
Kierkegaard contrastó las proposiciones matemáticas, donde se da una certeza objetiva, con la indagación religiosa, en la que según sus palabras:
"En esta última hay una intensa orientación interna que abraza la incertidumbre objetiva con toda la pasión del infinito"
"Percibo muchas cosas que alteran mi mente y me provocan ansiedad"
La incertidumbre objetiva mantenida en la apropiación de la interioridad más apasionada, sería para Kierkegaard la verdad, es decir:
la verdad más alta que podría haber para un filósofo existencialista.
Existencialismo
Movimiento filosófico de gran repercusión, incluso en otras áreas del conocimiento.
Denominador común: se caracteriza ante todo, más que por el contenido concreto de las doctrinas, por la tendencia a reaccionar contra la filosofía de pura especulación respecto al campo de las esencias objetivas, y el interés filosófico se centra en la realidad existencial.
No coincide con el sentido que se da a la existencia y es también muy común que se oponga a las categorías de la naturaleza y de las substancias.
El ser existencial que percibe el filósofo es, más que una realidad ya constituida, una realidad que se constituye continuamente.
Se preocupa exclusivamente del problema de la existencia del individuo, desestimando toda otra especulación filosófica.
La filosofía existencial hace hincapié en no confundir el ser concebido por el ser humano con la existencia humana al entregarse a su mundo, y menos aún con el mundo meramente especulativo.
El precursor más significativo del existencialismo fue Sören Kierkegaard.
El existencialismo presenta dos directrices principales:
la directriz humanista, en cierto modo atea, y la directriz teológica:
Representada en Alemania por Martin Heidegger (1889-1976), quien transforma la fenomenología de su maestro Edmund Husserl (1859-1938) en ontología, es decir, da un contenido exclusivamente humano a los temas teológicos del existencialismo de Kierkegaard (angustia, pecado, culpa, decisión, etc.), y concibe la auténtica existencia como "angustia" de la "nada".
En Francia, esta tendencia está representada por Jean-Paul Sartre (1889-1976) y su escuela (Maurice Merleau-Ponty (1907-1961), Simone de Beauvoir (1908-1986) etc.), quienes acentúan el nihilismo moral y teológico, privando de todo significado la vida del ser humano.
b) Teológica:
Concibe la auténtica existencia como una relación del individuo con Dios, por lo cual el individuo se libera de la angustia de la nada.
En Alemania, tiene su representación en la "teología de la crisis" del protestante Karl Barth (1886-1968).
Como iniciación a esta atmósfera religiosa puede considerarse el pensamiento del alemán Karl T. Jaspers (1883-1969), quien concibe la existencia como relación en lo trascendente, y desarrolla en particular el tema del "naufragio" humano
El existencialismo de Jaspers se orienta hacia la trascendencia en el sentido de lo divino.
En Francia, la tendencia teológica está representada por Gabriel Marcel (1889-1973), quien acentúa el carácter de lo divino para concordar el existencialismo con las doctrinas básicas cristianas.
Sigue parcialmente la tradición agustiniana francesa de Blaise Pascal (1623-1662): la angustia manifestada por Pascal, así como su necesidad de fe, resuenan en todo el existencialismo, incluso en existencialistas ateos como Sartre.
Marcel sigue también a los ucranianos Lev I. Shestov (1866-1938) y Nikolai A. Berdiaiev (1874-1948), influidos por la experiencia existencial del ruso Fiodor Dostoievski (1821-1881) y de la del propio Kierkegaard.
En España representan la corriente existencialista Miguel de Unamuno (1864-1936), influido ante todo por Kierkegaard, y José Ortega y Gasset (1883-1955) con una concepción racionalista que entronca con las ideas de los alemanes Wilhelm Dilthey (1833-1911) y Martin Heidegger (1889-1976).
Karl Barth (1886-1968) Representante alemán de la corriente teológica del existencialismo |
Para ellos, sólo el "yo", el ser personal, existe propiamente.
La existencia humana es la actuación, la realización de nuestras posibilidades intrínsecas.
El ser humano, a diferencia de las cosas, "hace" su propia existencia, se crea libremente a sí mismo, "es" su libertad.
Sin embargo, no es una subjetividad encerrada en sí misma, sino acabada y abierta:
el individuo está íntimamente vinculado al mundo y, en particular, a los demás (coexistencia, comunicación).
"La existencia humana, por su misma inestabilidad, por este "hacerse" continuamente, es problemática y está presidida por el signo de la angustia, que nace al percatarse el individuo de su finitud y de la fragilidad de su posición en un mundo al que ha sido arrojado" (Martin Heidegger).