Troya: la mítica Ilión
Antigua ciudad de Asia menor, inmortalizada por Homero en la "Ilíada" como ciudadela de Príamo y cuya captura fue el episodio de la guerra de Troya.
La existencia de la desaparecida ciudad fue probada a partir del año 1870 por las excavaciones efectuadas por Heinrich Schliemann (1822-1890).
La mencionada ciudadela está situada en las ruinas de las fortificaciones de Hissarlik, en las inmediaciones de la boca de los Dardanelos.
Las excavaciones han puesto de manifiesto, en un espesor de 50 m., nueve capas o niveles de restos arqueológicos, que van desde el final del neolítico (3000 años a. C.) hasta la época romana. De ellas, la sexta se cree que pertenece a las ruinas de la ciudadela de Príamo.
La tradición mítica, transmitida principalmente por Homero, afirma que fundó la ciudad el rey Dárdano, y los dioses Apolo y Poseidón levantaron las inexpugnables murallas de la ciudad.
Los mitos guardan ecos históricos:
sabemos, por tanto, que hubo una Troya real, una ciudad de altos muros asaltada varias veces, y que incluso pudo ser destruida por un contingente de guerreros micénicos llegados del otro lado del mar Egeo en busca de un rico botín, aproximadamente a mediados del siglo XII a. C;
y por las excavaciones del arqueólogo Schliemann se conoce la existencia de ruinas de varias Troyas.
Cronología de Troya (c. 3200 a. C. a 400 a. C.)
T. II (c. 2500 a. C.): la segunda ciudad era mucho mayor que la primera. Sus poderosas murallas presentaban una parte inferior de piedras cimentadas con tierra, y una superior de adobes reforzada con machones. Se encontró el llamado "tesoro de Príamo", rico en joyas de oro, plata y bronce.
T. III, IV y V (2300 a 1800 a. C.): muestran una ininterrumpida continuidad cultural, sin profundas innovaciones, salvo la aparición de la vajilla pintada y grandes tesoros.
T. VI (c. 1800 a 1300 a. C.): ciudad de considerables dimensiones. Murallas, de más de cinco m. de altura, construidas con bloques regulares de piedra, con torres y, por lo menos tres puertas, encerraban una superficie de más de 15.000 metros cuadrados. Se hallaron por vez primera, herramientas de bronce. Se cree que esta ciudad, destruida por un terremoto, pudo ser la Troya homérica.
T. VII (c. 1200 a. C.): se reconstruyó la ciudad a escala menor. Según otros autores, ésta sería la verdadera ciudad cantada por Homero, pues muestra huellas de un incendio que coincide con el año 1.184 a. C., que la tradición griega señalaba como fecha de la destrucción de Troya.
T. VIII: la ciudad fue ampliada y fortificada. Más tarde cayó en poder de los romanos y fue nuevamente destruida en el período de las guerras civiles entre Mario y Sila.
T. IX: la reconstruyó nuevamente Sila, por ser la patria mítica de Eneas, antepasado del supuesto fundador de Roma y cabeza de la romana gens Julia. Aunque la decadencia de la ciudad ya había comenzado: Troya fue decayendo irremediablemente.
Troya: ¿mito o realidad?
Tanto los héroes como los dioses de la "Ilíada" homérica pertenecen a la mitología.
Ésta pudo crearse a partir de un núcleo histórico, que la fantasía épica y la tradición oral de la poesía han embellecido extraordinariamente.
Entre los héroes míticos, Aquiles y Ulises destacan gracias al gran poeta Homero:
Aquiles, como prototipo del gran guerrero de breve vida y larga gloria;
Ulises, como un héroe más moderno, que triunfa con su astucia y su palabra.
Y esta sucesión tiene un claro sentido simbólico.
Aquiles: la forja de una leyenda
Aquiles: el más valeroso de los héroes griegos frente a Troya.
Hijo de Peleo, rey de los mirmidones (Tesalia) y de la nereida Tetis (diosa del mar), es el personaje principal de la "Ilíada" y el prototipo del guerrero impulsivo, valiente y magnánimo.
Indignado contra Agamenón, se mantuvo alejado de la lucha hasta que su querido amigo Patroclo fue muerto por Héctor; entonces volvió a la lucha y vengó a Patroclo con la muerte de Héctor.
Aquiles pereció posiblemente a manos de Paris, cuya flecha, dirigida por Apolo, atravesó su talón, único punto vulnerable de su cuerpo debido a que su madre lo bañó en la laguna Estigia, pero olvidó mojar el talón del pequeño Aquiles, por donde le había asido.
De ahí tiene origen la frase: "el talón de Aquiles", para indicar el punto débil o vulnerable de una persona o cosa.
c. siglos XVI a XIII a. C.: la civilización micénica, cuyo mayor centro de poder es la ciudad de Micenas, en el Peloponeso (Grecia), extiende su influencia por el Mediterráneo.
c. 1180 a. C.: Troya, ciudad aliada de los hititas, y que controla el paso de los Dardanelos, cae en manos de los griegos dirigidos por Agamenón, rey de Micenas.
c. siglo XIII a. C.: Homero compone su poema épico la "Ilíada", donde relata la intervención de Aquiles, rey de los mirmidones de Ftía, en la guerra de Troya.
c. siglo VII a. C.: se compone la "Etiópida", continuación de la "Ilíada", que narra las historias de Pentesilea y Memnón, aliados de Troya y vencidos por Aquiles.
c. final del siglo VII a. C.: la "Pequeña Ilíada", poema atribuido a Lesques de Pirra (c. siglo VII a. C.), continúa el ciclo troyano y cuenta la disputa por las armas de Aquiles y Áyax.
c. siglo V a. C.: el dramaturgo ateniense Esquilo (c. 525 a. C.-456 a. C.) compone una trilogía sobre el héroe titulada "Aquileida" -sólo se conservan fragmentos de "Los mirmidones"-
siglos III a IV d. C.: el poeta Quinto de Esmirna (siglos III a IV a. C.) compone las "Post homéricas", en donde se recogían cantos arcaicos que se han perdido y que narran desde los hechos posteriores a la muerte de Héctor hasta el final de la guerra.
1870: Schliemann descubre en la colina de Hissarlik, en Turquía, las ruinas de Troya. Las excavaciones arqueológicas continúan en la actualidad.
El tholos del Santuario de Atenea en Delfos En la "Ilíada", Atenea protege a los griegos (o aqueos) que atacan Troya, mientras que Apolo se alinea con los troyanos. |
Homero: la "Ilíada"
La "Ilíada" de Homero, el gran poema sobre la guerra de Troya, nos relata sólo algunos episodios de la lucha de aqueos y troyanos en unos pocos días del décimo y último año del asedio.
Aquiles es el protagonista de la trama épica, pero ésta cubre sólo una pequeña parte de su intervención en la guerra: su enfado con el jefe griego Agamenón, que le obligó a entregarle a su esclava Briseida; su negativa a combatir con los demás jefes aqueos; y el encuentro definitivo con Héctor, el hijo del rey troyano, en un duelo que acabará con la muerte de éste.
Homero concluye su relato con los funerales de Héctor, el héroe troyano, cuyo cadáver ha sido rescatado por su padre, el rey Príamo de Troya.
Deja sin contar la muerte de Aquiles y el final de la guerra. Acaba su poema tras los llantos por Héctor, sin darnos el panorama final, es decir: la conquista de Troya por los griegos.
Para saber cómo acabó la contienda hay que leer un pasaje de la "Odisea", así como otros textos mucho más tardíos, como el extenso poema de Quinto de Esmirna titulado "Continuación de Homero o Post homéricas":
los lances que dieron término a la gran guerra que los griegos habían emprendido para recuperar a la princesa Helena, raptada (¿o tal vez, fugada?) por el príncipe Paris de Troya.
Vaso de Patroclo (siglo IV a. C.) La decoración de este vaso muestra la reacción de Aquiles ante la muerte de su amigo |
En la "Ilíada", Aquiles exclama:
"¡Alégrate, oh Patroclo, aunque estés en el Hades!
He traído arrastrando el cadáver de Héctor, que entregaré a los perros para que lo despedacen cruelmente; y degollaré ante tu pira a doce hijos de troyanos ilustres por la cólera que me causó tu muerte"
En el Vaso de Patroclo se muestran las figuras de:
1. Edipo y la Esfinge.
2. Néstor y Fénix, la voz de la experiencia.
3. Los dioses que amparaban a los aqueos.
4. Sacrificios humanos en honor del amigo.
5. La pira funeraria de Patroclo.
6. El rey Agamenón honra al guerrero caído.
7. Aquiles cumple su venganza contra Héctor.
8. Los dioses protegen el cadáver del vencido.
Según la leyenda:
"Después de que Aquiles, el mejor de los aqueos, diera muerte a Héctor, el héroe de Troya, la ciudad quedó muy abatida, aguardando los feroces asaltos enemigos.
Sin embargo, cobró nuevos ánimos al recibir el socorro de una aguerrida tropa extranjera:
las amazonas, capitaneadas por su reina, la bella e intrépida Pentesilea, hija del dios Ares.
Estas míticas guerreras venían a mostrar de nuevo su famoso valor y se lanzaron con furia contra los aqueos, causando asombro y espanto bajo el mando de su fogosa soberana.
Pentesilea causaba estragos en las filas griegas, pero entonces salió a su encuentro Aquiles.
Trabaron fiero combate, pero pronto la lanza de Aquiles atravesó el caballo y el pecho de Pentesilea de un mismo golpe, y la amazona se desplomó muerta a los pies del héroe.
Aquiles admiró su belleza al quitarle el casco, y lamentó su trágico fin.
Los troyanos lloraron angustiados el desastre: la derrota de las amazonas"
"Mas un nuevo ejército acudió a su socorro.
Memnón y su etíopes llegaban de lejos, para socorrer al rey Príamo, presentándose como un rival digno de Aquiles.
Tras un cruento combate, la espada de Aquiles traspasó la coraza del etíope.
Según un antiguo mito, divinos vientos recogieron y llevaron el cadáver de Memnón hasta su divina madre, que lloró inconsolablemente, e incluso amenazó con dejar la Tierra en tinieblas para siempre, hasta que Zeus logró contenerla"
La muerte de Aquiles
Pero ahora iba a enfrentarse a un enemigo más peligroso:
el dios Apolo.
El divino protector de los troyanos le ordenó detenerse con duras amenazas; pero el soberbio Aquiles replicó con desdén, desafió al dios y siguió implacable.
Apolo se retiró y desde lejos arrojó rauda la flecha que se hincó en el punto más vulnerable del cuerpo del héroe:
el talón. Desangrándose por la herida, Aquiles se desplomó sintiendo cómo se cumplía su trágico destino.
Quedó tendido ante las puertas de Troya.
Pero ¿fue Apolo quien envió la fatal flecha, o tal vez fue el troyano Paris -diestro arquero- y Apolo intervino dirigiendo la flecha hacia el vulnerable talón del héroe?
Según los historiadores, se encuentran ambas versiones en diversos textos antiguos.
Parece más antigua la que hace de Apolo el instigador y guía, y de Paris, el raptor de la bella Helena, el hábil instrumento de la mortífera herida. En la "Ilíada", Héctor ya a punto de morir, se lo había profetizado a Aquiles: "Te matarán Paris y Apolo"
En torno al cadáver de Aquiles se trabó un terrible combate.
Áyax detuvo a los furiosos troyanos que acudieron en tropel, y Ulises peleó con denuedo a su lado hasta que lograron retirar el cuerpo de Aquiles llevándolo al campamento aqueo.
El forzudo Áyax lo transportó sobre sus hombros, mientras Ulises contenía a los troyanos.
Inmenso fue el dolor de los griegos por la pérdida de su mejor guerrero; hasta el cielo llegó resonando el llanto fúnebre; junto a los compañeros de armas, sollozaban también por él Briseida y las cautivas.
Y desde el fondo del mar acudió inconsolable la diosa Tetis para velar el cadáver de su único hijo.
El asedio de Troya
Los griegos continuaron el asedio de Troya, pero la ciudad resistía firme tras sus fuertes muros.
Se mantenía a pesar de que uno tras otro fueron cayendo sus héroes. Al final, también pereció Paris.
Aunque la muerte se había llevado a sus hijos y a sus mejores guerreros, Príamo resistía en el décimo año del asedio. Entonces intervino la astucia de Ulises, inspirado por la diosa Atenea.
Ulises, rey de Ítaca, propuso el ingenioso plan de construir un gigantesco caballo de madera, en cuyo vientre hueco se emboscarían los más audaces guerreros, que luego saldrían y abrirían las puertas de los ciclópeos y sólidos muros troyanos.
La famosa estratagema de la que se valió el astuto Ulises -arriesgada, casi inverosímil- tuvo un éxito completo:
por la noche, los combatientes aqueos escondidos en la panza del caballo saltaron fuera, abrieron las puertas y emprendieron la matanza de los troyanos, llevándose cautivas a sus mujeres, mientras Troya, saqueada, se consumía en un incendio.
La hazaña parece un tanto increíble, ya que:
¿Cómo es posible que los troyanos no se percataran del hecho de que el gigantesco caballo fuese de madera?
Los griegos volvieron al fin victoriosos a sus dominios, y con la bella Helena recuperada.
Sin embargo, fueron demasiados los héroes, como Aquiles y Áyax, que nunca podrían contemplar la victoria.