Federico García Lorca (Fuente Vaqueros -Granada- 5 junio 1898-Viznar, 18 agosto 1936).
Tras haber estudiado Derecho, Filosofía, Letras y Música en Granada, en 1919 se trasladó a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, donde trabó amistad con numerosos escritores y artistas.
Ya había publicado su primera obra en 1918 "Impresiones y Paisajes", relatos de viajes realizados por Andalucía y Castilla. A partir de 1920, comenzó a escribir para el teatro.
Poemas y obras dramáticas se fueron sucediendo, hasta la dolorosa crisis por la que atravesó desde 1926 hasta 1929, año en que, tras haber desarrollado una brillante actividad como conferenciante, se trasladó a Estados Unidos.
1920 "Suites"
1921 "Libro de poemas"
1921 "Santiago"
1922 "Primeras canciones"
1926 "Oda a Salvador Dalí"
1927 "Canciones"
1928 "Romancero gitano"
1930 "Poeta en Nueva York"
1935 "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías"
1935 "Seis poemas galegos"
1936 "Diván del Tamarit"
1936 "Sonetos del amor oscuro"
En 1932, fundó "La Barraca", compañía universitaria que se propuso llevar el teatro clásico y actual por los pueblos de España.
En 1933, la representación de "Bodas de sangre" en Madrid tuvo un éxito apoteósico.
Tras una estancia en Argentina, donde se aclamaron sus obras teatrales, se orientó en poesía hacia una técnica más apremiante y en el teatro hacia una inspiración más social.
Detenido por los franquistas en Granada, fue fusilado el 19 de agosto de 1936.
En sus obras iniciales ("Libro de poemas" 1921), parece ante todo preocupado por resolver sus misterios interiores.
Luego, en las "Canciones" (1921-1924) o en el "Poema del cante jondo" (1921-1922), incorpora los elementos folklóricos, tratados en el sentido de una estilización patética.
Los 18 poemas del "Romancero gitano" (1928) constituyen una epopeya lírica y mítica para gloria de Andalucía.
"Poeta en Nueva York" (1929-1930) subraya la crueldad de la gran ciudad, la "geometría y angustia" de un mundo en el que priman el poder del dinero, la injusticia social y la deshumanización:
Nueva York es, según sus palabras, el símbolo de la desesperación y de la muerte.
"El público" (1930) y "Así que pasen cinco años" (1931) son dos obras complejas y herméticas.
"Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" (1935) confirma la omnipresencia de la muerte.
"Diván del Tamarit" (1936) recupera los temas de la poesía hispano-árabe andaluza.
"La casa de Bernarda Alba" (1936), subtitulada "drama de las mujeres en los pueblos de España",
presenta a cinco hijas sometidas al culto de su padre muerto y a la tiranía de su madre.
Sonetos del amor oscuro (1931-1936)
Para numerosos críticos, estos sonetos son la cima de la poesía lorquiana.
Su publicación fue prohibida en vida del poeta, publicándose por vez primera en 1983.
Alaban un amor sin límites, al margen de la condición sexual de los amantes, con un tono desgarrado y reivindicativo.
En la década de los años 20, en plena dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), se desarrolló una de las generaciones poéticas más fecundas y relevantes de toda la historia literaria española:
Pedro Salinas (1891-1951)
Jorge Guillén (1893-1984)
Gerardo Diego (1896-1987)
Federico García Lorca (1898-1936)
Vicente Aleixandre (1898-1984)
Dámaso Alonso (1898-1990)
Emilio Prados (1899-1962)
Luis Cernuda (1902-1963)
Rafael Alberti (1902-1999)
Manuel Altolaguirre (1905-1959)
En algunas ediciones antológicas, se suelen añadir a estos nombres los de:
Fernando Villalón (1881-1930)
José María Hinojosa ( 1904-1936)
Salvador Dalí y Federico García Lorca En la Residencia de Estudiantes de Madrid, García Lorca conoció a otros poetas y artistas, como: Juan Ramón Jiménez, Salvador Dalí y Luis Buñuel entre otros |
"Podemos contemplar la significación humana y literaria de la "Generación del 27" hoy, desde una perspectiva de más de medio siglo"
-como escribía José Luis Cano (1911-1999), uno de los mejores conocedores de la "Generación del 27"-
"a aquel grupo de poetas acusados, cuando eran jóvenes, de vanguardistas y esteticistas, y ver que no sólo han enriquecido con libros inmortales nuestra poesía, sino que han dado un vivo ejemplo moral frente a una sociedad que los rechazó primero, y ha acabado admitiendo su legado a nuestra cultura, un legado que con razón ha podido comparar Dámaso Alonso con el de nuestros grandes poetas del Siglo de Oro"