Cronología:
280 a. C. Hacia esta fecha, el sucesor de Alejandro Magno 356-323 a. C.) en Egipto, Ptolomeo I, fundó en Alejandría el Museo y la vasta Biblioteca adjunta.
355-70 En torno a esta fecha nació Hipatia. Era hija del matemático Teón de Alejandría (c. 335-c. 400) un prominente científico consagrado al estudio y la enseñanza en el Museo de Alejandría, el mayor foco de conocimiento de la época.
391: Teófilo (fl. 412), obispo de Alejandría, instiga a una multitud fanática para que destruya el Serapeo, un gran templo consagrado al dios greco-egipcio Serapis, que albergaba una magnífica biblioteca en su recinto.
412 Cirilo (370/3-412) sobrino del obispo Teófilo, le sucede al frente de la Iglesia de Alejandría. Persigue con ahínco a herejes y judíos, y se enfrenta a Orestes (fl. 415), el prefecto de la ciudad, nombrado por el emperador de Constantinopla.
414-15 Orestes se relaciona con Hipatia, reputada filósofa y científica y persona de gran influencia en la ciudad. El prefecto disputa a Cirilo la autoridad sobre la población alejandrina y sufre un atentado a manos de un monje.
415 Una turba de exaltados movilizados por Cirilo ataca a Hipatia de Alejandría, matemática, astrónoma, filósofa y escritora, asesinándole con extrema crueldad. Este trágico hecho marcó el fin de Alejandría como foco cultural y el ocaso de la cultura pagana en el mundo antiguo.
Biblioteca de Alejandría (c. 280 a.C.) (Representación basada en evidencias arqueológicas, cuyo interior recrea este grabado de 1876)) |
Históricos
¿Quién fue en realidad Hipatia y por qué murió?
Para responder a esta pregunta debemos trasladarnos a la Alejandría de comienzos del siglo V.
Por entonces, la espléndida metrópoli fundada por Alejandro Magno, famosa por su Museo (un extraordinario centro científico), su enorme Biblioteca y sus grandes templos, aún mantenía una considerable población y era la capital de Egipto.
Como ciudad del Imperio romano de Oriente, era gobernada por un prefecto enviado por el emperador de Constantinopla; pero, de modo no oficial, gran parte de la población obedecía los dictados de su obispo y patriarca, quien velaba por la fe y la ortodoxia de la comunidad cristiana.
Desde que el emperador Teodosio I el Grande (347-395) había proclamado el cristianismo como religión única del Imperio, el poder eclesiástico de había instalado en las ciudades e iba asfixiando los reductos del paganismo.
Y actuaba con una intolerancia feroz, no sólo contra los adeptos a los antiguos cultos, sino también contra los disidentes de todo tipo, ya fueran herejes o judíos, muy numerosos en Alejandría.
En esta ciudad, tanto el clero como los monjes de los desiertos vecinos y los llamados parabolanos -unos servidores de la Iglesia que actuaban también como sus guardias- seguían los dictados del obispo, y en momentos de conflicto no vacilaban en promover violentos disturbios para demostrar su fuerza, destruir los templos de los infieles y acallar su voces.
Fue así como, los instigados por el obispo Teófilo, estos fanáticos causaron grandes destrozos en diversos santuarios paganos, y en el año 391 saquearon e incendiaron el famoso Serapeo y su espléndida biblioteca: el templo de Serapis, un emblema glorioso de la ciudad durante siglos, fue convertido en iglesia cristiana, al igual que el Cesareo, un antiguo templo dedicado al culto del emperador.
Quienes se negaban a convertirse a la fe dominante sufrían el asedio cristiano. Resultaban vanos sus intentos de apelar a la corte imperial de Constantino I (272/88-337), carcomida por las intrigas e imponente para frenar los tumultos de la masa fanática.
En este contexto se sitúa el martirio de Hipatia. Su muerte -dicen- resonó como una campana fúnebre en el ocaso de Alejandría, el antiguo centro de la ciencia, la cultura y el arte helenístico.
Tanto los truculentos detalles del crimen como la manifiesta impunidad de los asesinos han hecho de la muerte de Hipatia un escándalo histórico memorable. Los testimonios conservados sobre la figura de Hipatia y su siniestro final proceden de dos historiadores eclesiásticos, Filostorgio (368-439) y Sócrates el Escolástico (fl. 440) -datados de unos veinte años más tarde-, quienes no ocultan su reprobación ante lo espantosos de aquel acto fanático; del neoplatónico Damascio de Damasco (ca. 458-ca. 538) -medio siglo más tarde-; y del obispo Juan de Nikiû (fl.. 680/90), mucho más tardío.
Hipatia:
la mujer más sabia de Alejandría
Teón y su hija Hipatia fueron los últimos representantes de la gran tradición matemática alejandrina, de la cual comentaron las obras más difíciles: "Crónicas de Apolonio", Aritmética de Diofanto", y parte del "Sistema matemático" de Ptolomeo, de cuyas "Tablas" trigonométricas Hipatia quizá preparó una nueva edición.
Los intereses de Hipatia incluían la astronomía. Revisó (o lo hizo ella) el comentario de su padre al "Almagesto", el gran tratado astronómico de Ptolomeo I (367-283 a. C.), y los conocimientos que transmitió a sus alumnos permitían que éstos construyeran instrumentos tan complejos como un astrolabio (empleado para medir la posición de los astros), según de desprende de Sinesio de Cirene (373-414) a su maestra.
Una de ellas revela la amplitud del saber de Hipatia:
Sinesio le pide que le construya y le envíe un hidroscopio, usado para medir el peso de los líquidos.
Hipatia sobresalió como estudiosa de las ciencias y la filosofía.
Al ser hija de Teón, un ilustre matemático del Museo y astrónomo notable, era una digna heredera de la gran tradición científica del Museo, pero a la vez se convirtió en una renombrada profesora que daba lecciones públicas sobre las ideas de Platón (427-347 a. C.), y seguramente Aristóteles (384-322 a. C.), atrayendo a numerosos público.
Formaba parte de la élite pagana fiel a sus antiguas ideas y creencias, y velaba por el legado clásico en un ambiente que se iba volviendo cada vez más hostil hacia la herencia ilustrada del helenismo.
Heredó la escuela platónica conocida como neoplatonismo.
En relación al saber de Hipatia, Sócrates el Escolástico escribe:
"Llegó a tal grado de cultura que superó a todos los filósofos contemporáneos, heredó la escuela platónica que había sido renovada en tiempos de Plotino y explicaba todas las ciencias filosóficas a quienes lo deseaban. Por eso, quienes deseaban pensar de modo filosófico acudían hacia ella de todas partes".
Por otra parte, tanto Filostorgio como Damascio señalan que Hipatia aventajó a su padre en saber y en su dedicación a la filosofía.
Dice Filostorgio:
"Aprendió de su padre las ciencias matemáticas, pero resultó mucho mejor que el maestro, sobre todo en el arte de la observación de los astros".
Y Damascio:
"De naturaleza más noble que su padre, no se contentó con el saber que viene a través de las ciencias matemáticas a las que él le había introducido, sino que, no sin soltura de espíritu, se dedicó también a las otra enseñanzas filosóficas".
Damascio continúa:
"Puesto que era así la naturaleza de Hipatia, es decir, tan atractiva y dialéctica en sus discursos, dispuesta y política en sus actuaciones, el resto de la ciudad con buen criterio le amaba y le obsequiaba generosamente, y los notables, cada vez que hacían frente a muchas cuestiones públicas, solían aproximarse a ella. Si bien el estado real de la filosofía estaba ya en una completa ruina, su nombre parecía magnífico y digno de admiración para aquellos que administraban los asuntos más importantes del gobierno".
Hipatia, por tanto, era una figura extraordinaria: mujer pagana y sabia, influyente y con numerosos discípulos, muy admirada en la ciudad.
Todo esto hizo que su eliminación por parte de los cristianos fanáticos tuviera un carácter ejemplar.
Catacumbas de Alejandría De época romana, en sus tumbas y capillas conviven representaciones de dioses egipcios, griegos y romanos |
El siniestro ocurrió en el año 415, y fue oscuramente instigado por el obispo Cirilo, sucesor y sobrino de aquel patriarca Teófilo que había impulsado a las masas devotas a destruir el Serapeo.
Como su tío, Cirilo era un patriarca con mucho poder, intrigante y taimado.
Sin embargo, tras su muerte no tardaría en ser santificado por sus servicios y méritos.
No se sabe qué desencadenó la furia de Cirilo contra Hipatia, quien ni siquiera fue una intelectual combativa y hostil al cristianismo. De hecho, tenía discípulos cristianos, como aquel Sinesio que le escribió numerosas cartas y que llegó a ser obispo de Tolemaida.
Damascio ofrece una acusación clara contra el patriarca y explica las causas de su hostilidad hacia la filósofa:
"Ocurrió un día en que Cirilo, obispo del grupo opuesto, pasaba por delante de la casa de Hipatia y vio una gran multitud de gente y de caballos a su puerta. Había quienes llegaban, quienes se marchaban y quienes esperaban. Cuando Cirilo preguntó por el significado de aquella reunión y los motivos del revuelo, sus criados le explicaron que era la casa de Hipatia y que ella estaba saludándoles. Cuando Cirilo oyó esto le entró tal ataque de envidia que inmediatamente empezó a conspirar su asesinato de la manera más detestable".
Las buenas relaciones de Hipatia con Orestes, el prefecto de la ciudad, que años antes había sido objeto de otro ataque callejero de los mismos fanáticos, uno de los cuales le había herido en la cabeza con una piedra.
El agresor, un monje llamado Amonio, fue sometido a tortura y falleció, tras lo cual Cirilo depositó sus restos en una iglesia y le rindió el culto que se daba a los mártires.
Las relaciones entre el poder eclesiástico y el poder civil se habían tensado hasta el extremo, e Hipatia reunía la doble condición de pagana y próxima a Orestes, lo que no podía menos que concitar el odio del patriarca.
Cuando Damascio calificó a Cirilo de "obispo del grupo opuesto" posiblemente tuviera en mente a quienes se enfrentaban a él, con Orestes e Hipatia como cabezas visibles.
Muerte de Hipatia
Charles William Mitchel (1854-1903) "Hipatia" (1885) |
Una turba de monjes llegados de los yermos próximos rodeó en pleno día a Hipatia en la misma puerta de su casa.
Le arrastraron a golpes hasta el interior de una iglesia, y allí le desnudaron y le descuartizaron, desgarrando sus carnes con conchas y tejas, y después de muerta quemaron sus restos en una hoguera para borrar su recuerdo.
La brutal escena semejaba un sacrificio humano en un ritual de inaudita ferocidad, como si inmolaran una víctima a un dios bárbaro.
Hipatia fue una famosa profesora desde los veinte años, por tanto no murió tan joven como creían algunos pintores románticos, imaginándole como una bellísima muchacha desnuda y sacrificada en un altar por los furiosos monjes.
Sin embargo, en el asesinato de Hipatia no hubo ninguna belleza, sino precisamente lo contrario, es decir, lo más vil y brutal de la conducta humana. En este caso, no tendría que tener importancia el hecho de que Hipatia fuera bella o no lo fuera.
Es posible que sí influyera el hecho de que fuera una mujer extraordinaria: científica, astrónoma y filósofa.
Algunos afirman: las mujeres no han destacado nunca en genialidad, pero sí muchos hombres. Se podría sugerir que la mujer ha estado históricamente relegada al hogar y la crianza de los niños y que en el siglo XXI se sigue asesinando a mujeres por el sólo hecho de serlo, sean inteligentes y bellas o no lo sean.