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lunes, 20 de marzo de 2023

Futuro de Ayer

 


Tullio Crali (1910-2000), "Prima che si apra il paracadute" (1939)


El futurismo exaltó lo nuevo, la ruptura con el pasado, con lo establecido, la rebeldía contra todo, contra lo convencional.
Ser futurista a principios del siglo XX era ser moderno, ser rebelde, buscar algo diferente a lo conocido, crear un arte nuevo.
Los futuristas trataron de revitalizar los elementos decadentes de una cultura estática y un mundo que se veía impotente ante
el pasado, perdido, buscando su identidad. Para el futurismo, era esencial la ruptura con el viejo mundo: romper con todo.     
"Antes de que se abra el paracaídas": un paracaidista está cayendo al vacío, visto desde un vertiginoso punto de vista cenital.
Una original muestra de futurismo tardío que está inspirada en el vuelo de los aviones, la velocidad, el sonido de las turbinas:
la visión de un mundo muy lejano, a los pies, el vértigo de la caída, la muerte del romanticismo en el arte: una nueva libertad. 







El movimiento futurista se inició en Italia con el "Manifiesto Futurista" publicado en el Figaro por Filippo Tommaso Marinetti.


1. Nosotros queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.
2. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. Nuestra pintura y arte resalta el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad.
5. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.
6. Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.
7. No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. 
La pintura ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.
8. ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? 
El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.
9. Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.
10. Queremos destruir y quemar los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias.
11. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta:
cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos, cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta.

              Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), Le Figaro, 20 de febrero de 1909  



En el primer Manifiesto se mezclaban las ideas del decadentismo con las del nuevo tecnicismo surgido a consecuencia del desarrollo de la civilización industrial, la ruptura con el tradicionalismo y el mito de la máquina como símbolo moderno.
Estas ideas ya maduras en un grupo de pintores que, convencidos de la renovación radical realizada a su tiempo por los impresionistas, y habiendo experimentado desde hacía años las nuevas técnicas divisionistas, aspiraban a representar no ya lo bello de la naturaleza, sino "el fruto de nuestro tiempo industrial" (Boccioni, 1907).
Se firmó el "Manifiesto de los pintores futuristas" (1910), seguido del "Manifiesto técnico de la pintura" (1910).

Se inició enseguida una frenética acción de propaganda desde los más famosos escenarios, que tuvo como principales representantes de este arte "al triunfante progreso de la ciencia" en lucha contra la "religión fanática, inconsciente y esnobista del pasado" (Marinetti y Boccioni).

Los principios del arte futurista -destrucción del culto al pasado, originalidad contra imitación, vida contemporánea "tumultuosamente transformada por la ciencia victoriosa" contra la tradición pasadista- se tradujeron en una nueva concreta dirección poética con el "Manifiesto técnico", que afirmaba el complementarismo cromático de origen divisionista, en analogía con el verso libre en poesía y la polifonía en música, y la sincera interpretación de la naturaleza que se articula, no en sentido imitativo, sino como "dinamismo" de las formas, en una "síntesis plástica" de movimiento y luz. 


Umberto Boccioni (1882-1916), "Forme uniche della continuita nello spazio" (1913)

En 1910, Boccioni y otros artistas firmaron el "Manifiesto de los pintores futuristas", una encendida soflama que arremete
 contra arqueólogos, críticos, restauradores, profesores y todo cuanto podía relacionarse con la Italia clásica.
Dos meses más tarde, publicaron "Pintura futurista", manifiesto técnico donde empezaban por fin a concretar lo que
 pretendían, es decir plasmar el movimiento como nadie lo había hecho hasta entonces.
La  bella escultura de Umberto Boccioni, "Forma única de la continuidad en el espacio" es un ejemplo de ese movimiento:
 una figura humana cuya anatomía parece fundirse con sus propias ropas y con el viento que las agita.
El movimiento aquí no es una sucesión de instantes estáticos, sino un cambio continuo expresado en volúmenes.
Filippo Tomasso Marinetti (1876-1944), un poeta relativamente desconocido, lanzaba una bomba que revolucionaría al mundo, la cual no estaba hecha de metralla y explosivos, sino de palabras, y pretendía ser incendiaria.
El sueño: encabezar un movimiento artístico internacional capaz de romper con las tradiciones académicas y de instaurar un nuevo estilo de vida.

Cada línea del manifiesto estaba cuidadosamente redactada para no dejar indiferente a nadie.
No es que los parisinos enloquecieran y se lanzaran en masa a cambiar el mundo a través de la destrucción y la velocidad.

Sin embargo, Marinetti no había dejado nada al azar. 
Apasionado e incansable, recorrería un país tras otro polemizando y dando conferencias.
Esa frenética actividad promocional daría fruto: a finales de la década -desde Japón a Brasil, desde Rusia a Italia, en Europa y en América- se hablaba ya de Futurismo.

Con su manifiesto, Marinetti inauguró lo que se conoce como "vanguardia programática"
No tardaron en surgir réplicas: 
el manifiesto cubista (1913), el dadaísta (1918), y el surrealista (1924).
Todo lo que fuera moderno, extravagante y provocador podía ser futurista.

El arte futurista dio la vuelta al mundo, pero no fue fácil pasar del manifiesto a la realidad.
Una primera solución consistiría en pintar las sucesivas etapas de un movimiento. 
Algunos fotógrafos habían usado ya este método para retratar bailarines o caballos de carrera.
La obra de Giacomo Balla "La mano del Violinista" es un buen ejemplo de esta técnica.


Emilio Sommariva (1883-1956) 
"Ritratto dal pittore Umberto Boccioni" (1914)
Hacia la Abstracción

El Futurismo, según Boccioni, debía ir más allá de la fotodinámica.
Para sus esculturas, se apoyaba en las ideas del gran escultor  Auguste Rodin (1840-1917).
Como él, Boccioni buscaba sobre todo la belleza.
Hizo realidad la idea del "Manifiesto Futurista":
"Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva:
la belleza de la velocidad"


Giacomo Balla (1871-1958), "Le mani del Violinista" (1912)

Bella no se dejó influir por las críticas de Boccioni, sino que aún llegaría más lejos:
el reflejo de unos automóviles al pasar frente a un escaparate le inspiró: "Velocidad abstracta y sonido"  (1913).
 
La materia había desaparecido. Ya no había  figuras que se movieran, sólo quedaba el movimiento. 
 

Giacomo Balla, "Del primo autoritratto 
alle ultime rose" (1918) 
Como otras corrientes de la época, el Futurismo 
aspiraba al arte total. 
Quería poner al espectador en el centro de la obra, convertir la vida cotidiana en arte.



Giacomo Balla
"Auto-ritratto stato d´animo" (1918)
En el ámbito del futurismo, la literatura se resolvía con la acción, en la representación inmediata y delirante de sensaciones, de objetos físicos: la vida se convertía en pura gesticulación. El proceso de exteriorización y de empobrecimiento sistemático de los elementos líricos del decadentismo, que la experiencia futurista realizaba en el plano literario, iba acompañado de formas de agresividad -si bien un tanto veleidosas- que trascendiendo los límites mismos del problema artístico, acabaron por invadir directamente el campo social y político. 
Giacomo Balla, "Lampada ad arco" (1909/11)

La obra de Balla es un estudio analítico de los patrones y colores de un
haz de luz que tipifica su explosión de la luz, del movimiento continuo.
Balla expresó sobre su pintura: "Demostró cómo la luz romántica de la
luna había sido superada por la luz de la farola eléctrica. Éste fue el
final del romanticismo en el arte. De mi imagen vino la frase (amada
por los futuristas): "Vamos a matar la luz de la luna"
                                                     
Marinetti reivindicaba un lenguaje sintético en el que, destruidos los lazos sintácticos, lógicos y psicológicos, quedara abolido todo trámite entre la inspiración y la expresión literaria.

Nacieron así las "palabras en libertad", especie de notación simultánea que, recurriendo a procedimientos analógicos y onomatopéyicos, utilizaba los más diversos materiales lingüísticos y expresivos, tales como expresiones dialectales, neologismos, palabras arcaicas deformadas, fórmulas matemáticas y químicas, signos musicales...

Según algunos críticos, en el ámbito literario el futurismo se reveló sin embargo estéril, limitándose generalmente a manifestaciones de acción directa y a la agitación propagandista de ideas corrientes, cuya apariencia de novedad estaba impuesta por los procedimientos aforísticos y paradójicos de difusión.
Las invenciones poéticas del futurismo se reducirían a simples ejercicios oratorios y polémicos, y las ensalzadas síntesis y simultaneidades líricas, más que elaboración de una nueva poética, resultarían meros artificios.

Gino Severini (1883-1966), "Ballerina Blu" (1912)

De entre los pintores cultivadores del futurismo, Severini era el más próximo a las
acrobacias del lenguaje cubista: en él, el análisis del movimiento se integra a un
atento estudio de los volúmenes y del espacio. 



Los jóvenes acogieron una ideología que renegaba de la cultura libresca exaltando el boxeo y las carreras.



Además de llevar la contraria a la cultura oficial, los futuristas se contradijeron a sí mismos en varias ocasiones.

Adoraban las máquinas, pero prefirieron la pintura a la fotografía o el cine.
 
Aspiraban a ser una corriente internacional, pero al mismo tiempo apoyaban un nacionalismo exaltado y expansionista que los llevaría a aplaudir la invasión italiana en Libia en 1912 y a acoger con entusiasmo la Gran Guerra.

Abogaban por quemar museos y academias, hasta que Benito Mussolini (1883-1945) ofreció a Marinetti un sillón de académico en 1929.
  
Ivo Panaggi (1901-1981), "Treno in corsa" (1944)
Marinetti pretendía ir más allá, ansiaba a provocar a través del arte un cambio global.


En 1918, anunció la creación del "Partido Futurista" y se presentó a las elecciones italianas en coalición con Mussolini. 

Tras un primer fracaso electoral, el partido se disolvió, pero los futuristas no dejarían de coquetear con el fascismo.

La relación no iba a resultar del todo satisfactoria para ninguna de las partes.
El Futurismo no interesa al régimen por varias razones:



                           
Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944)

Paradójicamente -y pese a su antipatía hacia el comunismo-
el programa de Marinetti defendía: el sufragio universal, la escolarización
obligatoria, el derecho de huelga, la jornada laboral de ocho horas, y la
fijación de un salario mínimo. Además defendió el divorcio y el amor libre. 
Su ambiguo machismo fue, posiblemente, su contradicción más flagrante.
Y aunque el primer manifiesto futurista incitaba al "desprecio a la mujer" el
movimiento atrajo inexplicablemente a muchas simpatizantes femeninas.
Una de ellas, Valentine de Saint-Point (1875-1953), replicó airadamente a
Filippo Tommaso Marinetti, redactando el "Manifiesto de la mujer futurista"
y de hecho, en 1918, el "Partido Futurista" se presentaría a las elecciones
italianas con un programa que exigía, por 1ª vez, el voto para las mujeres.
_Mussolini se negaba a convertir el Futurismo en el arte oficial del nuevo régimen.

_Le resultaba molesto que los futuristas rechazaran un pasado glorioso con el que al Duce le interesaba identificarse.

_La exaltación de las máquinas y de la modernidad casaba mal con la política agraria fascista.

_Aunque los futuristas renegaran del elitismo y afirmasen estar comprometidos con el arte popular, lo cierto fue que las obras futuristas eran incomprensibles para el gran público.

_El dudoso "placer de ser abucheado" del que se enorgullecía Marinetti, no encajaba bien con la popularidad, y menos aún con el populismo.


En 1937, la rama del fascismo más cercana a los nazis logró incluir el Futurismo en la lista oficial de arte decadente y degenerado.
Marinetti protestó, pero la II Guerra Mundial interrumpió sus esfuerzos y, pese a todo, se mantuvo fiel a Mussolini e incluso llegaría a combatir en el frente ruso en 1942, con 66 años cumplidos.

El Futurismo se esfumaba con Marinetti, fallecido en 1944, antes del final de la contienda.
Aunque, el "nuevo hombre" con el que soñaba, habitante de un planeta transformado por la tecnología y "encogido por la velocidad", quizá no muriera con él.

Tal vez nuestro presente no sea realmente tan diferente de su futuro, es decir:
de aquel futuro de ayer que imaginaban los futuristas.



Mina Gertrude Löwry (Mina Loy) (1882-1966)

Mina Loy, la mujer detrás del primer movimiento feminista (1914), acabó desilusionada con el futurismo,
 tanto por sus elementos machistas como por su acercamiento al fascismo.





sábado, 11 de marzo de 2023

Samarkanda

 


Plaza de Registán en Samarkanda: la legendaria capital timúrida del Imperio Tamerlán (Uzbekistán)

"Todo cuanto he oído de Samarkanda es cierto,

salvo que es más hermosa de lo que podía imaginar"

Alejandro III de Macedonia (Alejandro Magno) 356 a. C.-326 a. C.)






La "Ruta de la Seda" (Samarkanda -en rojo-)

Más allá del comercio, la famosa Ruta de la Seda tuvo repercusiones políticas, demográficas y culturales.
En realidad, no fue sólo una ruta, sino que fueron varias: una red que conectaba el Mediterráneo con China
 así como con todos los pueblos establecidos entre ambos extremos del continente euroasiático.
Desde el extremo occidental, se atribuye su origen a la expansión romana hacia Oriente en el siglo I a. C.
En China, sin embargo, lo sitúan en su propia abertura hacia el oeste, iniciada un siglo antes con una embajada 
 a tierras del Asia Central.
Durante mucho tiempo, el comercio fue principalmente terrestre, hasta que el marítimo sustituyó a las caravanas
y tampoco era directo, sino que se realizaba por etapas y a través de intermediarios.
Esta red abrió un espacio de enorme valor estratégico para las civilizaciones euroasiáticas.
No sólo prometía objetos preciosos y la transmisión de ideas y conocimientos, sino también:
el empleo de técnicas, metales, armas, caballos y mano de obra que reforzaban su poder.   

No hay evidencia directa de cuando fue fundada Samarkanda.
Algunas teorías señalan que sus orígenes podrían remontarse a los siglos VIII a. C. o VII a. C.

Samarkanda es mucho más que la fabulosa ciudad descrita por los poetas como:
"La Perla de Oriente" o "La Ciudad de las Mil y Una Noches"
Sus 2.750 años de hitos y ausencias la convierten en una superviviente innata.
La bella ciudad de Samarkanda -encrucijada de culturas- está situada en Uzbekistán.
Es una de las ciudades más antiguas del Asia Central, ya que su historia conocida se remonta al IV o al III milenio a. C.

Los sogdianos, descendientes de tribus nómadas iranias, eligieron para fundar la ciudad un emplazamiento idóneo:
una colina ubicada en el valle del río Zeravashan, auténtico oasis en medio de las inhóspitas estepas y desiertos de Asia Central.

Crearon nudos caravaneros vitales que aún persisten, como Samarkanda, Bujará y Panjikent, y abarcaron un territorio que actualmente se reparten Tayikistán y Uzbekistán.

Además de ciudades amuralladas, construyeron un sistema de regadío que se extendía más de cien kilómetros.
Con algunos cambios, estos canales han persistido, al igual que los vestigios de las primeras edificaciones.



Fue conquistada por Alejandro Magno en el año 329 a. C., quien necesitó la mitad de su ejército para obtener la victoria sobre los sogdianos.
En el siglo IX se convirtió en un centro de difusión de la civilización musulmana.
La ciudad se erigió en un núcleo intelectual, hasta que Gengis-Kahn (1162-1227) llegó, saqueó y arrasó.
No obstante, si bien fue destruida en 1220, después se reconstruyó por completo y alcanzó su máximo esplendor como capital del imperio mogol de Tamerlán (1370-1405), momento en el que llegó a tener una población de unos 150.000 habitantes.

Posteriormente, conoció otros períodos de florecimiento y de decadencia.
Tomada por los uzbekos en 1499, a mediados del siglo XVIII formó parte del emirato de Buhara.
En 1868 pasó a poder de Rusia, y después de la Revolución de octubre se convirtió en capital de la república confederada de Uzbekistán hasta 1930, fecha en la que fue sustituida por Tashkent. 


Mmadrasa de Tilya-Kori en Samarkanda (siglo XVII)

El elogio atribuido a la belleza de Samarkanda encabeza
los muchos que ha recibido la antigua capital uzbeka.
Los hay aún más efusivos, como el del poeta y astrónomo
 persa Omar Khayyam, que la describió como:

"El más bello rostro que la Tierra volvió nunca hacia el sol" 
                                                                     
                                                                       Omar Khayyam (1048-1131)


En la parte oriental de la ciudad se halla el núcleo urbano más antiguo, y en la occidental se alzan los edificios construidos en la época zarista, mientras que a su alrededor han surgido los barrios residenciales e industriales.

Entre los monumentos que han hecho de Samarkanda una de las ciudades más famosas de Asia Central, figuran la madrasa de Tilya-Kori el mausoleo de Tamerlán (1405-1504) y la gran mezquita de Bibi-Khan (1399-1404).

Sede de la universidad de Uzbekistán, Samarkanda posee escuelas de agricultura, pedagogía y medicina, además de instalaciones textiles, alimentarias y del calzado.

La mayor parte de los prodigios arquitectónicos de la ciudad que hoy conocemos -mezquitas, madrasas, sepulcros y mausoleos que resplandecen con azulejos de color lapislázuli, azul turquesa y oro- son obra de Tamerlán, un personaje decisivo en la historia del Asia musulmana.

Este príncipe de la tribu Barlas, una de las que formaban parte de los ejércitos de Gengis-Kahn, eligió Samarkanda en la década de 1370 como capital de su abrumador imperio.
Construyó una nueva urbe, embellecida por arquitectos, artesanos, pintores y escultores, sentando las bases del renacimiento artístico y cultural que marcó el islam durante los dos siglos siguientes, e incluso influyó en la arquitectura de Persia e India.

De la mano de Tamerlán y su nieto Ulugh Beg (1394-1449), Samarkanda se convirtió en el polo económico, religioso y académico de Asia central.
Concentró la mitad del comercio, la mayor mezquita, las escuelas islámicas más prestigiosas y el mayor observatorio astronómico del mundo.
Aglutinó a matemáticos, científicos, poetas y filósofos, gracias a los cuales la cultura y el conocimiento islámicos alcanzaron uno de sus momentos más gloriosos.

Sin embargo, tras la muerte de Ulugh Beg en 1449, comenzó la decadencia de Samarkanda.
Al final de la dinastía timúrida se sumó el declive de la Ruta de la Seda, cuyos itinerarios terrestres quedaron eclipsados por el despegue marítimo del comercio entre Oriente y Occidente y , finalmente cayeron en desuso.

Cuando los uzbekos se hicieron con Samarkanda en el siglo XVI, trasladaron la capital a Bujará.
Los gobernantes persas, turcos y chinos que les sucedieron no lograron detener la decadencia de la ciudad, la cual dos siglos más tarde fue prácticamente abandonada debido a una serie de terremotos.
Aunque el emir de Bujará la repobló, serían los rusos quienes evitaran su decadencia total, tras anexionarla a su imperio en 1868.
Sovietizada después, cultural y paisajísticamente, volvería a asomarse al mundo con la independencia de Uzbekistán en 1991.

No recuperó su capitalidad, que había cedido a Tashkent en tiempos de la URSS.
Sin embargo, lo fundamental es que -a pesar de su larga historia- Samarkanda y la extraordinaria belleza de sus edificios han logrado sobrevivir a través de los siglos.  
Mausoleo de Gur-e Amir






Y cuando Amir Timur (1336-1405), el Tamerlán de nuestra historiografía, la transformo en la metrópoli de un vasto
 imperio en el siglo XIV, la proclamó el centro del mundo.
Un esplendor del que fue testigo excepcional González de Clavijo enviado del rey Enrique III de
 Castilla (1379-1406) a la corte del conquistador turco-mogol:

"Es tal la riqueza y abundancia de esta capital que contemplarlas es una maravilla"

                                                                                                                       Ruy González de Clavijo (siglos XIV-XV)


Con semejante tarjeta de presentación, no es de extrañar que Samarkanda siga anclada en el imaginario occidental como "La Perla de Oriente" y "La Ciudad de la Mil y Una Noches"
Sin embargo, esa urbe legendaria, evocadora de la exótica Ruta de la Seda, es una especie de anacronismo, así como también por otro lado, la pretensión del régimen de Islom Karímov (1938-2016) de hacer de Samarkanda y Tamerlán los símbolos nacionales uzbekos, ya que ni la una ni el otro lo fueron originariamente.
Mitificaciones aparte, Samarkanda destaca por ser una de las ciudades habitadas más antiguas del planeta.
 
Más de lo que una herencia determinada, lo que realmente define a Samarkanda son el comercio y el carácter fronterizo, de cruce de civilizaciones, hechos que constituyen las claves de su supervivencia y, por tanto, de su identidad.
Tan extraordinario como su longevidad es el trasiego de pueblos que dominaron la ciudad de Samarkanda y dejaron una huella imborrable el la ciudad.
El genio mercantil y su posición estratégica en la Ruta de la Seda la convirtieron en uno de los botines más codiciados de Asia Central.

La tentación de influir en esa compleja ruta y dominarla era muy alta, y la Ruta de la Seda se convirtió en un vehículo de transmisión cultural no siempre pacífico.
Este hecho, además de las relaciones comerciales y diplomáticas, impulsó guerras y conquistas.
Ya fueran voluntarios o forzados, los desplazamientos de comunidades, expertos o artistas y, sobre todo, el mercado de esclavos de los habitantes de ciudades saqueadas propiciaron el mestizaje.
Otro tanto ocurrió con las religiones que se difundieron como resultado del proselitismo y la instalación de colonias mercantiles, así como de las persecuciones y sus consiguientes migraciones y de la invasión militar. 


Madrasa de Tilya-Kori en Samarkanda (siglo XVII)

La madrasa, abierta a la plaza Registán: uno de los valiosos monumentos artísticos musulmanes de la ciudad.
 Samarkanda conoció su mayor esplendor en el siglo XIV, durante período en que fue capital del Imperio Tamerlán



Mosaico de la madrasa Sher-Dor (Samarkanda)


Democracias teóricas:

Tras independizarse de la URRS en 1991, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se constituyeron en repúblicas democráticas.
Aunque lo eran sólo nominalmente, ya que sus presidentes, antiguos líderes comunistas, gobernaban de forma autoritaria.
Según algunos historiadores, el despotismo en algunos países de Asia central era una realidad.
Sus dirigentes se fueron perpetuando en el poder con medidas que no pueden ser en absoluto descritas como democráticas: 
la ilegalización de la oposición, los abusos sistemáticos de los derechos humanos y un férreo control mediático.

El caso uzbeko es paradigmático de las tensiones de la región.
A nivel interno, la multietnicidad, la pobreza y el extremismo islamista eran fuente de conflictos.
Estos hechos pusieron al gobierno uzbeko de Karímov en el punto de mira de Washington, que logró permiso para usar las bases aéreas del país (fronterizo con Afganistán).

En 2005, el baño de sangre en que acabó una protesta suscitó, sin embargo, críticas y sanciones.
Karímov cortó su relación con Occidente y se aproximó a Moscú. 
No tardó en revertirse la situación.
Europa y EE.UU aflojaron (la lucha contra los talibanes y el crudo pesaban más) y volvieron a ganar el favor de Karímov.
Rusia les facilitó las cosas al proyectar una base militar en el vecino Kirguistán.
   


Vista nocturna de la plaza de Registán en Samarkanda: la mítica capital del Imperio Tamerlán (Uzbekistán)






Brumas

Lanbroa Volver.. ...y la lluvia en mis ojos y la niebla en mis labios... ...y esas brumas de plata que recue...

Brumas (Lanbroa, 15 de agosto de 2018)

Volver....................y la lluvia en mis ojos y la niebla en mis labios..............y esas brumas de plata que recuerdo y amo...............y esa nostalgia.......................hace tantas lluvias que no volvía............................. Respiro..................y el mar en mi norte y el norte en el viento..............y esos verdes y grises que añoro........que amo...............y esa sensación........................hace tantos mares que no volvía.............................. Llego.....................y las lágrimas en las nubes y el silencio en los tejados...........y esas brumas de musgo que conozco y amo.............y ese dolor.....................hace tantas lágrimas que no volvía.......................... Sonrío....................y la sonrisa en la ventana y la hiedra en los abrazos.........y esas brumas de otoño que adoro........que amo..............y esa alegría..................hace tantas sonrisas que no volvía........................... Hablo.....................y hay silencios que gritan palabras calladas..............y hay voces antiguas en las brumas de nácar..............ese extraño lenguaje que comprendo y amo...............y esa emoción......................... hace tantos silencios que no volvía.............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. .............. ..................... .............. .................. .............. .............. ........... Y recuerdo...............los días pasados..........las caricias perdidas..........las manos de seda..........los besos dormidos..............y esas brumas del tiempo que tanto he amado.....................y esa belleza........................ hace tanto amor que no volvía.....................